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El artículo explicita cómo el catalanismo político del primer tercio del siglo XX aspiró a la vertebración de un aparato estatal, paraestatal o autónomo dentro de o al margen del Estado español, el cual había de permitir concretar las ansias de autogobierno para Cataluña.
En este sentido, el primer catalanismo político se concentró en unas capas medias urbanas e ilustradas que procedían, en la mayor parte de los casos, de los ámbitos rurales del Principado. Sin embargo, estas clases medias catalanistas no eran en absoluto homogéneas, ni dentro del ámbito político ni en el espacio profesional. Así, encontramos, por una parte, individuos, pocos, con estudios superiores (doctorados y licenciaturas universitarias) y, por otra, un buen número de personajes sin estudios oficiales pero con una gran capacidad autodidacta y con aspiraciones intelectuales.
Todos juntos, sin embargo, tenían en común la voluntad de servicio a Cataluña y a los catalanes. Y esta voluntad de servicio se concretó en su aspiración en convertirse en funcionarios de una administración catalana y catalanista. El primer paso fue la Mancomunidad;
pero el momento de máxima expansión de esta administración autónoma fue en los años treinta con la configuración de la Generalitat. En este sentido, el artículo pone de manifiesto como esta función pública catalanista se fundamentó en un discurso que elevaba la eficacia profesional del funcionario catalán frente al funcionario español holgazán, y, al mismo tiempo, resaltaba el conocimiento y el uso de la lengua catalana como vehículo de los funcionarios y del papeleo administrativo de la Generalitat. Así, el artículo utiliza como hilo conductor de esta idea las opiniones y los comentarios que se hicieron sobre la cuestión desde la Asociación Cultura y Deporte-Generalitat de Catalunya, entidad que, entre 1931 y 1933, intentó reunir a los primeros funcionarios de la Generalitat de Catalunya.
The article explains in detail how the political Catalanism of the first third of the 20th century aspired to the structuring of a state, parastatal, or autonomous apparatus, within Spain or on its margins. This would make it possible to give concrete form to the longing for self-government for Catalonia. In this regard, the first period of political Catalanism was concentrated in some well educated, middle class, urban strata of society who, for the most part, came from rural Catalonia. Nevertheless, these middle class Catalanists were not politically nor professionally homogeneous.
Thus, we find, on the one hand, a few individuals with higher education (doctorates and university degrees), and, on the other, a fair number of people with no formal education but with a great capacity to teach themselves and intellectual aspirations. Taken together, however, the two groups shared a willingness to serve Catalonia and the Catalans.
This willingness to serve took concrete form in their aspiration to become civil servants in an administration that would be both Catalan and Catalanist. The first step was the Mancomunitat, but the time of maximum expansion in autonomous administration came in the 30s with the formation of the Government of Catalonia (Generalitat). In this regard, the article reveals how this Catalanist public civil service sector was predicated on a rhetoric that exalted the professional efficiency of the Catalan civil servant vis-à-vis the lackadaisical Spaniard, and, at the same time, emphasized knowledge and use of the Catalan language as a vehicle for civil servants and the massive paperwork of the administrative system of the Generalitat. In this way, the article uses the opinions and comments that arose regarding the Cultural and Sporting Association - Generalitat of Catalonia, an organization that, from 1931-1933, attempted to federate the first civil servants of the Generalitat of Catalonia, as a leitmotiv.
