Santiago Bastos
La movilización indígena por la igualdad de derechos empezó en Guatemala en los años 70 del siglo XX, y quedó truncada por el genocidio con el que el Estado respondió a la amenaza revolucionaria. Sin embargo, cuando en los 90 se inicia el proceso de paz, los actores que ahora se autodenominan mayas son capaces de rearticularse de tal manera que logran un reconocimiento en el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. A partir de ese momento, comienza la fase del “multiculturalismo cosmético” en que muchos de ellos pasan a insertarse en espacios públicos desde los que desarrollan las políticas específicas; a la vez que profundizan en un discurso de maximización de la diferencia cultural. Sin embargo, este modelo muestra sus limitaciones al no cuestionar las estructuras que mantienen a la mayoría de los mayas en la pobreza. Los resultados de la candidatura de Rigoberta Menchú en las elecciones de 2007 son una muestra de esta situación. Por eso toman mas fuerza las opciones que reclaman retornar a las bases comunitarias para rearticular un movimiento desde abajo.
Indigenous mobilization in Guatemala for equal rights was abruptly interrupted by the State genocide in response to the revolutionary threat in the 80’s. However, when the peace process started in the next decade, those actors currently called by themselves Mayans were able to re-articulate in such a way that they succeeded to be recognized in the Agreement for the Identity and the Rights of Indigenous Populations. From then on, a phase of “cosmetic multiculturalism” is initiated in which many of them open their way into public spaces where they can develop specific politics while further reinforcing a discourse maximizing cultural difference.
Nonetheless, this model shows some limitations since it fails to question the same structures that keep most of the Mayan in poverty. The results of Rigoberta Menchu’s candidacy in the 2007 elections proves this situation.
This is what gives strength to those alternatives claiming to return to community-based grassroots in order to rearticulate a mobilization from the bottom.