La grandeza del ser humano reside en la combinación de capacidad racional, que empleamos en el pensamiento científico, y pensamiento mágico, que igualmente es producto de la evolución. Una es el anverso del otro, lo que hace posible que los seres humanos puedan ser muy prácticos, pero a la vez sean capaces de crear todo un mundo simbólico a su alrededor. Gracias a esta capacidad simbólica se desarrolló el lenguaje, y con él la posibilidad de comunicarse, el arte y el mundo mítico.