Las tres principales olas de evolución de la informática, en especial del ordenador, han ido condicionando la configuración del derecho a la protección de datos. Si el propio surgimiento de Internet ha desbordado con particular notoriedad este derecho, los desafíos para el mismo no podrán sino incrementarse a resultas de la reciente irrupción de la que viene en llamarse revolución digital, impulsada por dos factores principales, la Internet de las cosas y el cloud computing. Dicha revolución hará más complejo proteger los datos personales, pero al tiempo deberá generar una protección de cobertura más extensa y dotada de garantías de mayor intensidad.