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Andrés Hatum
En un recóndito rincón de Cataluña está situado el mejor restaurante del mundo. Fundado como un chiringuito veraniego por un matrimonio alemán, con los años el restaurante elBulli adquirió una identidad en torno a la creatividad que se consolidó con la llegada de su actual chef, Ferran Adrià y que fue consagrada mundialmente por The New York Times en 2003. Desde entonces Adrià trascendió el mundo de la gastronomía para ser considerado como un artista comparable con pintores, escultores y diseñadores de moda. Y, por cierto, su restaurante figura permanentemente en el tope de los rankings a nivel mundial.
¿Cómo ha logrado este éxito sostenido? ¿Cómo ha logrado que una expresión de vanguardia radical sea a la vez popular y reconocida por el mercado? Las respuestas están en su diseño organizacional único caracterizado por cinco puntos: 1) una orientación donde la creatividad es lo más importante, más que el cliente; 2) una apertura a la diversidad y la renovación, la mitad de su personal son pasantes venidos de diversas partes del mundo; 3) una cultura férrea en torno a la generosidad y compromiso que permiten la creatividad colectiva; 4) una baja inserción con el sector, pues tratan de diferenciarse en todo del resto de los restaurantes; y 5) un modelo de negocios abierto, en que la empresa adquiere conocimiento de fuentes externas y al mismo tiempo lo comparte con otras instituciones.
El autor ofrece una interesante explicación de los próximos pasos que piensa dar esta potencia mundial en lo que se refiere a creatividad.
