Roma se refería al Mediterráneo como Mare Nostrum, y no faltaban a la verdad habida cuenta de la actividad comercial que a través de este mar llevaban a cabo. Pero antes de ello se ocuparon de centrar el régimen de las aguas y de las costas, así como de delimitar qué es costa. Tampoco les fue ajena la realidad de las construcciones en los litorales y los modos de proteger a quien se sintiese dañado o perturbado por las actividades de otros.