La reforma laboral ha hecho, finalmente, su aparición, pero el desencanto que ha traído consigo es todavía mayor que la ilusión depositada en una acción de gobierno esperada durante años para resolver los graves problemas del mercado de trabajo español. En el modo establecido en el RDL 10/10, la reforma carece de los mecanismos indispensables para conseguir los resultados prácticos e inmediatos que las relaciones laborales exigen, y pronto es aún para saber si el paso de ese RDL 10/10 por el Parlamento será suficiente para incorporar a su contenido todo lo que de momento le falta. Una reforma, en definitiva, intempestiva, transitoria, anodina y nebulosa que ni va a impedir la pérdida de empleo ni va a crear significativamente puestos de trabajo.