En este ensayo consideramos que la prioridad de las personas, la infranqueable brecha política entre las personas y las meras cosas, se corresponde con un tipo especial de tratamiento jurídico y político para las personas, a saber, su tratamiento como individuos irreemplazables. Aquel lenguaje normativo que confunde la categoría “persona” con clases fungibles de seres puede, entonces, parecer que justifica que se destruyan y sustituyan seres humanos, tal y como hacemos con las cosas. Por ejemplo, de la habitual pero impropia extensión de la palabra “valor” a las personas pueden resultar consecuencias fatales. La actitud y el acto llamados “respeto” dan lugar, mucho más adecuadamente que “valor”, a la prioridad específicamente individual de las personas, permitiendo que nuestra humanidad común sea una razón de la importancia individual de cada persona. A menos que nos centremos en la vida humana como algo digno de ser respetado, más que valorado, no seremos capaces de argumentar coherentemente frente a quienes piensan que su destrucción intencional es admisible.
In this essay, we notice that the priority of persons, the unbridgeable political gap between persons and mere things, corresponds to a special sort of moral and legal treatment for persons, namely, as irreplaceable individuals. Normative language that conflates the category of person with fungible kinds of being can thus appear to justify destroying and replacing human beings, just as we do with things. Lethal consequences may result, for example, from a common but improper extension of the word “value” to persons. The attitude and act called “respect” brings forth much more adequately than “value” the distinctively individual priority of persons, allowing our common humanity to be a reason for each person’s separate significance. Unless we focus on the respect-worthiness of human life, rather than on its value, we will not be able to argue coherently against those who think its destruction permissible