Antonio Cervera Espinosa
¿Hasta dónde se puede decir que la problemática educativa no es ajena a la filosofía? o, mejor dicho: ¿hasta dónde necesita la educación de una reflexión filosófica? ¿No será quizás una postura anacrónica y aberrante recurrir a los conceptos abstractos de la filosofía para tratar los modernos problemas de la práctica educativa? ¿O es que hemos de seguir siempre saliéndonos por la tangente de las filosofías o las metafísiscas baratas, cuand no queremos coger por los cuernos los hechos concretos, que nos plantea a los educadores la práctica diaria de nuestra profesión?