El Oriente Medio es un sistema marcado intensamente por factores externos, en particular por la presencia estadounidense y su influencia en las dinámicas regionales de seguridad. Desde elll de septiembre de 2001, ese factor ha resultado particularmente desestabilizador y constituye una fuente de inseguridad. Más allá de las reorientaciones de política que ha emprendido el gobierno de Barack Obama, se plantea la cuestión del potencial de acción de los norteamericanos, el cual oscila entre la colusión con los autoritarismos de la región y los proyectos, más o menos amplios, de reestructuración de la zona. Más importante que preguntarse sobre la capacidad de Washington para hacerse de una hegemonía sobre el área, es dudar de su habilidad para impulsar verdaderas dinámicas de seguridad.