Este ensayo evalúa críticamente aquellas aproximaciones biológicas que han considerado la adicción como una enfermedad cerebral y aquellas otras que, partiendo del construccionismo social, han considerado la adicción como una simple etiqueta, un mito o una narrativa. El ensayo argumenta que ambas aproximaciones tienen serias limitaciones. En particular, argumenta que ninguna de estas dos aproximaciones nos permite dirimir si el tratamiento clínico de la adicción es empoderador o represivo para aquellos que se someten a él. Basándose en datos etnográficos recogidos en tres clínicas, el artículo demuestra que las adicciones adoptan la forma de agentes nohumanos encarnados. El artículo argumenta que una aproximación posthumanista es la mejor forma de entender la relación entre el self y la adicción y, por ello, la mejor herramienta para discernir en qué casos el tratamiento de la adicción es empoderador o represivo.