El posthumanismo parte de la premisa de estar superando un humanismo obsoleto en diversos puntos fundamentales. Autores como Peter Sloterdijk retoman así la crítica que, en su momento, Martin Heidegger realizara al humanismo en su ya célebre Carta a Jean Beaufret. Pero el pensador del olvido del ser había olvidado en este caso el humanismo, o al menos a su corriente no platónica y meridional: la retórica humanista y democrática. De este modo el posthumanismo, en sus interesantes propuestas, parte con el déficit no sólo de este olvido poco inocente, sino de lo que implica: la asunción de ciertos rasgos del pensamiento gótico. Frente a ello y a la idea de tabula rasa, invitamos en este trabajo a rescatar la retórica como un modo democrático de enfrentarse a los problemas actuales de la política.