Javier Fernández Aguado
No pretendo emitir un juicio perentorio sobre Diocleciano sino reflexionar sobre algunas de sus actuaciones que, si bien sirvieron para mantener en pie al Imperio Romano durante unas décadas, supusieron a la vez el final de su periodo expansivo. Las enseñanzas que dejó para las organizaciones contemporáneas son tan profundas como numerosas y mucho tienen que ver con el modelo de diagnóstico ?Gestión de lo Imperfecto?.