El autor, al hilo de los datos estadísticos sobre las distintas entradas en el desempleo, pone de manifiesto las graves deficiencias de la regulación del despido en nuestro país. Hay desigualdad ante el despido, porque los más expuestos al cese son los trabajadores temporales y los de baja antigüedad en la empresa. Proliferan el despido exprés y los ceses por fin de contrato, porque los mecanismos legales de ajuste de plantillas no funcionan de manera adecuada. El cálculo de la indemnización por despido no repara el daño producido por el despido, ni protege de forma eficaz contra los despidos arbitrarios, aparte de tener efectos negativos sobre el nivel de precariedad y la movilidad. En este contexto sorprende la resistencia a abrir un debate sobre la reforma del despido.