Cuando partidos o candidatos derrotados rechazan el resultado de una elección, casi invariablemente aseveran haber sido víctimas de fraude. La democracia les exige aceptar su derrota, el fraude los libera de esta exigenica. En muchos casos, es difícil para ciudadanos y observadores evaluar la veracidad de sus acusaciones. Como argumenta el presente ensayo, la presencia de inconsistencias en el ámbito de la gobernación electoral tiende a alimentar el fuego del conflicto poselectoral de manera significativa. Las inconsistencias hacen que sea muy fácil sembrar dudas sobra la elección y muy complicado despejarlas. Para ilustrar su efecto contaminante, el ensayo examina de manera detallada las inconsistencias administrativas y judiciales que alimentaron las acusaciones de fraude en la controvertida elección presidencial del año 2006 en México.
Losing parties or candidates almost invariably claim to be victims of fraud when they refuse to accept the results of an election. Democracy demands that losers consent to their defeat; fraud sets them free to reject it. In many cases, though, citizens and observers have a difficult time in assessing the veracity of their claims. As the present essay argues, the presence of inconsistencies in the realm of electoral governance tends to significantly aggravate such postelectoral disputes. To illustrate their contaminating consequences, the essay closely examines the administrative and judicial inconsistencies that fed allegations of fraud in the controversial 2006 presidential elections in Mexico.