Adriana Schryver Kurtz
Irónicamente, el periodismo, como parte noble del aparato mediático de la sociedad de consumo contemporánea, hoy representa una perspectiva real de rescate de la memoria de las vidas devastadas por la Shoah, uno de los eventos históricos más aterradores del siglo y que Theodor Adorno nombró, con pertinencia, de �La Era de las Catástrofes�.
Acusada por Walter Benjamín de ser detonadora de la muerte de la narrativa, la prensa � a partir de una simple nota publicada el 22 de septiembre de 1981, en Der Tagesspiegel, vehículo de la República Federal Alemana � acabaría por develar las memorias aparentemente perdidas de la �judía� Felice Rahel Schragenheim, a través del valiente testimonio de la �aria� Elisabeth Wust, con quien viviría una tórrida historia de amor en 1943, bajo los efectos de la violencia política antisemita berlinesa, capital alemana del III Reich. Este es el caso puntual del inusitado reencuentro del periodismo con una de sus más ricas y delicadas posibilidades; la de rescatar las memorias individuales, rompiendo así el silencio y el olvido, última violencia de una sucesión de indignidades, arbitrariedades, expolios y todo tipo de crueldades que marcaron la persecución, confinamiento y deportación de judíos europeos hacia el proceso final de aniquilamiento industrial.
Ironically, journalism, as a noble part of the media apparatus in contemporary consumerist society, is now a real prospect of rescuing the memory of lives devastated by the Shoah, one of the most terrifying historical events of the century that Theodor Adorno called, with relevance, the "Era of Disaster." Accused by Walter Benjamin as being the trigger of the death of narrative, the press - from a simple note published on September 22, 1981, in Der Tagesspiegel, a newspaper of the Federal Republic of Germany - would reveal the memories (apparently lost) of the "Jewish" Felice Rahel Schragenheim through the courageous testimony of the "Aryan" Elisabeth Wust, the woman with whom she lived a torrid love story in 1943 under the violent anti-Semitic policies in Berlin, capital of the Nazi Reich. This is an unusual case of reunion of Journalism with one of its most delicate and rich possibilities: the redemption of individual memories, thus breaking the silence and neglect, the last violence of a succession of indignities, arbitrariness, spoils and all kinds of cruelty which have marked the persecution, confinement and deportation of European Jews aiming, finally, at the industrial process of its destruction.