En los últimos años, ha aumentado drásticamente la participación en sitios de redes sociales virtuales (en lo sucesivo, OSNS). Servicios como los conocidísimos Facebook y Myspace, u otros como Frienster, WAYN, Bebo, Orkut de Google y muchos más cuentan con millones de usuarios registrados y no dejan de crecer. El modelo más común de estos sitios se basa en la presentación de los perfiles de los participantes y la visualización de su red de relaciones con los demás. Asimismo, las redes OSNS conectan los perfiles de los participantes con sus identidades públicas, usando nombres reales u otros símbolos de identificación del mundo real (como fotos, vídeos, direcciones de correo electrónico, etc.) a fin de permitir la interacción y comunicación entre individuos del mundo real. Por tanto, un sitio como Facebook no se puede considerar únicamente como un patio de recreo para «entes virtuales» en el que las identidades son flexibles y están desconectadas de sus «cuerpos reales». La disposición de información de registro completa, exacta y actualizada por parte de los usuarios no sólo es deseable, sino que es un requisito incluido en las condiciones de uso de Facebook. Este requisito, junto con la misión del servicio de organizar la vida social real de sus miembros, supone un incentivo importante para los usuarios, instándoles a publicar únicamente información real y válida sobre sí mismos. Una vez proporcionada esta información exacta, las interacciones en Facebook implican una amenaza para la privacidad. En este informe, argumento que el principal riesgo para la privacidad en Facebook es el de la descontextualización de la información que proporcionan los participantes. En mi opinión, esta amenaza de la descontextualización se debe a tres de las características principales de Facebook: 1) la simplificación de las relaciones sociales, 2) la amplia difusión de la información y 3) los efectos de globalización y normalización en la red de Facebook. El fenómeno de descontextualización no sólo supone una amenaza para el derecho a la protección de datos, en el sentido del derecho a controlar la identidad informativa que un ser humano proyecta en un cierto contexto. De un modo más fundamental, es una amenaza al derecho a la privacidad como ser humano: el derecho del ser humano a ser un yo conscientemente múltiple y gregario sin una discriminación injustificada.