El proyecto de Unión Monetaria Europea, que culmina en la Unión el proceso de globalización económica, monetaria y financiera, no conllevo necesariamente, como se ha predicado desde los centros de poder, una mejora de la relación laboral y salarial . Las restricciones que pesan sobre la política macroeconómica, la obsesión antiinflacionista del BCE y de los gobiernos y los nuevos imperativos de competencia que dimanan de esta proyecto, desplazan la lógica de ajuste sobre el mercado de trabajo. La actual disyuntiva se presentaría en los términos siguientes: paro o flexibilidad regresiva tanto a nivel laboral como salarial. Además, al oponer eficiencia o rentabilidad económicas a costes de la política social, quedan cuestionados los pilares del Estado da Bienestar y la posibilidad de una mayor cohesión social europea.