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Tomar en consideración la sabiduría de Peter Drucker tal vez nos habría ayudado a evitar �y nos ayudará a resolver� numerosos desafíos, desde restaurar la confianza en las empresas hasta abordar el cambio climático. Él lanzó advertencias tempranas sobre el excesivo pago a los altos ejecutivos, la incapacidad de la industria automotriz para adaptarse e innovar, las amenazas competitivas provenientes de los mercados emergentes, y los riesgos de desatender a las organizaciones sin fines de lucro y otros agentes de reforma social.
Si él todavía estuviera aquí, un siglo después de su nacimiento, ¿qué diría respecto del camino a seguir? Lo esencial de Drucker puede resumirse en tres temas: primero, la gestión debería ser una profesión y los directivos y ejecutivos deberían recordar que su trabajo fundamental es velar por la salud a largo plazo de sus organizaciones. Eso significa responsabilizarse por el bienestar social, no sólo por la riqueza. Segundo, los trabajadores del conocimiento no pueden ser controlados; deben ser motivados. Dichos empleados deben ver un propósito más significativo que el beneficio personal. Y, tercero, las organizaciones sin fines de lucro son necesarias para producir una sociedad buena, una donde las empresas puedan prosperar. Es crucial invertir en ellas.
Drucker no era un revolucionario. Simplemente pedía que desafiemos constantemente nuestros supuestos. Preconizaba la firmeza y una visión a largo plazo. Reconocía que liderar en tiempos turbulentos requiere previsión respecto de hacia dónde están apuntando las cosas, así como también, criterio respecto de qué cosas no deben cambiarse.
