Lucio Caracciolo
Desde hace casi 20 años Italia no sabe dónde está o qué quiere. Sin una reflexión nacional propia, serán los socios europeos y los atlánticos los que decidan la posición de Italia en el mundo. Roma se imagina a sí misma como uno de los cuatro grandes de Europa, junto a París, Berlín, Londres. Es una pena que ningún otro país europeo comparta esta autorrepresentación. Nuestra economía es comparable a la francesa y a la británica, y seguramente superior a la española, pero no por ello se nos considera una potencia determinante en el ámbito comunitario. Para eso se requiere ante todo tener una idea del interés nacional, y disponer de un aparato estatal eficiente, legitimado y autorizado. Y no por último, una clase política y burocrática con experiencia del mundo y ligada a los centros de poder europeos y mundiales.