La burbuja inmobiliaria ha durado una década en España (1997-2007), creciendo los precios de las viviendas de forma desorbitada como consecuencia de la especulación y llegando a incrementarse un 195% durante este periodo. Organismos como el Fondo Monetario Internacional anticiparon ya en 2003 del peligro de las burbujas inmobiliarias, que tienen un impacto más negativo sobre la actividad y el empleo que las producidas en el mercado de acciones.