Fuera de la Organización Internacional del Trabajo, los Estados Unidos se valen sobre todo de dos medios para promover el cumplimiento internacional de las normas del trabajo: los tratados comerciales, sean bilaterales o regionales, y la «diplomacia laboral». En un análisis de lo ocurrido en este ámbito entre 2001 y 2008, el autor sostiene que la Administración de G.W. Bush ha debilitado la capacidad de los Estados Unidos para fomentar las normas fundamentales del trabajo. Aunque el país suscribió en ese período más tratados de libre comercio que nunca, las cláusulas laborales de los mismos carecen de mecanismos de seguimiento y fiscalización verdaderamente eficaces; ello parece indicar que responden más a los objetivos generales de la política exterior que a la defensa de los derechos de los trabajadores. Además, la labor del Consejo Consultivo en Diplomacia Laboral acabó siendo suspendida.