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Una interesante problemática plantean, en el seno del Derecho de Familia, las denominadas acciones de wrongful life, expresión de compleja traducción al castellano, pero que, de un modo aproximado, se puede traducir como acciones de vida inapropiada (o vida errónea, literalmente). Estas acciones se refieren a las planteadas por los hijos discapacitados, o con graves malformaciones, sea físicas y/o psíquicas, que les imposibilitan para llevar una vida normal, acarreándoles sus limitaciones intensos sufrimientos, sin posibilidad, hoy en día, de curación ni de remedios más o menos eficaces. Las acciones de wrongful life tienen como fundamento no el hecho de no haber nacido sino el hecho, en sí mismo, de haber nacido. Es decir; es la propia vida la que se esgrime como daño, porque en la comparación entre la vida y la no vida es la no existencia la que aparece como una mejor opción. Estas acciones plantean una cuestión que es muy interesante y, a un tiempo, sumamente compleja y delicada, además de polémica: ¿puede la vida ser considerada como un daño? Y, abundando más, ¿puede ser un daño resarcible, es decir, un daño del que se puede derivar, como lógica consecuencia, una indemnización?.
