Los jóvenes constituyen el grupo de población más numeroso y, al mismo tiempo, más castigado de la región árabe en cuanto a visibilidad y empleo. Las oportunidades de desarrollo personal de los jóvenes de estos países son, en efecto, muy limitadas, especialmente para las mujeres, debido sobre todo a las carencias sociales en educación y cultura. Los efectos de la globalización, por otra parte, pueden ser un arma de doble filo, ya que a la vez que proporcionan herramientas para conocer otras culturas, pueden contribuir al aumento de la violencia y el terror. Para evitarlo, los jóvenes deben convertirse en agentes de cambio cultural con capacidad de participación crítica en el seno de las sociedades del mundo árabe.