El humor gráfico que se publicó durante el franquismo contribuyó al extrañamiento de cada vez más amplios sectores de población española respecto de las creencias, valores y símbolos impuestos por los discursos oficiales y a la formación de un territorio de identidad en torno a nuevos referentes que delimitarían la pertenencia a la corriente democrática. La complicidad irónica en que se basa la comunicación de este género de humor, al presuponer un mundo de sentido y valor compartido, implica al destinatario, tanto en un proceso de apropiación de ese marco de sentido sugerido, como de reflexividad y crítica respecto al mismo.