Los jóvenes de nuestro tiempo tienen valores profundamente democráticos y aceptan el sistema de partidos de forma mayoritaria, pero se muestran críticos con los partidos y con los políticos en general. Son una generación activa y combativa, socialmente hablando, y una parte de ellos se implican en movimientos como el altermundista, donde se usan nuevas fórmulas de organización. Para conseguir mayores cotas de implicación de los jóvenes en la política, la izquierda española debe propiciar un debate basado en la profundización democrática y la participación.