La Unión por el Mediterráneo (UpM) crea un nuevo marco de cooperación regional entre la UE y sus socios mediterráneos, que plantea dudas en torno a su coordinación con el existente Partenariado Euromediterráneo. La UpM es tecnocrática (proyectos técnicos orientados al crecimiento económica), flexible (geometría variable) y genera sentimiento de apropiación entre los socios (nuevas instituciones compartidas). Los cambios introducidos por la UpM plantean dudas y desafíos tanto en la UE como entre los socios. El proceso de formulación de la UpM, liderado por Sarkozy, desveló problemas de cohesión interna en la UE; además, la institucionalización de la UpM supone un debilitamiento del papel de la Comisión y de la lógica comunitaria. Los socios critican a la UpM porque no va a ofrecer nuevos incentivos financieros en momentos de crisis económica internacional. Los sectores reformistas de los países árabes desaprueban a la UpM por su dimensión tecnocrática, que no toma en consideración los valores (democracia, Derechos Humanos) inherentes al Proceso de Barcelona.