Jaime Lamo de Espinosa y Michels de Champourcin
MEDITERRÁNEO ECONÓMICO aborda una vez más (la primera fue en su segundo número, en 2002) la cuestión agraria. Cuando en los años turbulentos de nuestra Segunda República y la posguerra se hablaba de la «cuestión agraria», tal expresión se refería básicamente a la reforma agraria, a la necesidad de dar empleo a masas de trabajadores en una agricultura dominada, en la parte Sur de España, por grandes explotaciones y abundancia de jornaleros en paro. Hoy esa expresión carece de tal sentido. Hablamos más de mercados de productos, de costes de inputs en una agricultura y ganadería altamente tecnologizadas, muy intensiva en mano de obra, y hablamos también de los retos medioambientales, de los retos energéticos, de una potentísima ganadería que requiere grandes importaciones de cereales pero que, a su vez, es potente exportadora; de un sector, en suma, moderno y netamente exportador. Hasta tal punto han cambiado las cosas. Pero si, en lugar de remontarnos a la mitad del siglo pasado, lo hacemos sólo un par de décadas, también podemos afirmar que casi ninguno de los paradigmas existentes hoy estaba vigente en esos momentos.