Los intentos de cuestionar, desde el presente, la validez y los logros de la Transición democrática española chocan de frente con la realidad de unos resultados incuestionables: España es actualmente una democracia que funciona y cuyas instituciones políticas son plenamente homologables a las de los países de su entorno, al tiempo que la sociedad española ha evolucionado y progresado de una manera espectacular.