La Transición española es el fruto de lo que las distintas fuerzas políticas pudieron hacer. Se puede entender como el resultado del cruce de dos impotencias, una por la izquierda y otra por la derecha más dura. La izquierda intentó una ruptura democrática entre noviembre de 1975 y enero de 1976 que no se produjo debido a la fuerza de los núcleos civiles, económicos, institucionales, policiales y militares del franquismo frente a una oposición estructuralmente debilitada. La impotencia de la derecha se comprobó con el fracaso de la intentona militar del 23 de febrero de 1981. Ese delicado equilibrio de fuerzas condujo, sobre la base de negociaciones y acuerdos, a afianzar una democracia que treinta años después intenta subsanar algunas deudas con el pasado democrático republicano con la Ley de Memoria Histórica.