El artículo comprueba la hipótesis del voto económico en las elecciones generales de 1996 y 2000. Argumenta que es necesario reflexionar sobre la lógica de la teoría del voto económico y traducirla en términos empíricos de una manera más sofisticada que la simple hipótesis del premio-castigo, según la cual una crisis económica conlleva el castigo al partido en el gobierno por parte del elector. Los resultados del análisis empírico sugieren que la economía entró en las urnas tanto en las elecciones de 1996 como en las de 2000. Esto quiere decir que el voto económico sirvió tanto para castigar a los socialistas después de una etapa de recesión, como para premiar al gobierno del PP por una legislatura de prosperidad económica. Ahora bien, mientras que el castigo a los socialistas no sólo estuvo motivado por razones económicas, todo parece indicar que el premio al PP estuvo causado principalmente por su gestión de la política económica, y por las expectativas optimistas que generó entre los electores.