Arthur Golding
El pueblo de Los Ángeles se funda en 1781, las montañas, el río y la franja costera ya formaban parte del paisaje. En la actualidad, unas extensas tramas de calles y una red de autopistas se entremezclan y cubren las tierras bajas de la cuenca y los valles. Marcado por una serie de grandes edificios que contrastan con las montañas y la orilla del río que definen el paisaje urbano de Los Ángeles.
Sólo el río permanece invisible, reducido a una línea de cemento de canales de drenaje, privado de su vegetación ribereña, cercado por líneas de ferrocarril, oculto por las plantas industriales y las autopistas. Diferentes proyectos de ingeniería inconclusos o desacertados han permitido que El Río Los Ángeles sea una reliquia de aquellos paisajes físicos, económicos e intelectuales que lo moldearon en 1930 y un problema no resuelto desde el punto de vista de seguridad en las inundaciones de las aguas, en el plano urbanístico o en el socioeconómico de regeneración de una zona urbana importante en la ciudad.
A pesar de que ya no es una fuente de agua para la ciudad, un río vivo sería un emblema de una gestión del agua responsable y un símbolo de desarrollo sostenible. Negar el río es negar el origen de la ciudad. Volver a pensar el río es descubrir una oportunidad única para definir zonas urbanas, unir vecindarios y comunidades y darle la importancia que se merece a nuestro paisaje y a nuestra historia.