A mediados del siglo XX se construyen diversas centrales hidroeléctricas en la región de Asturias, en el norte de España, para satisfacer la creciente demanda de energía tras una época de autarquía económica del país.
Las características de las singulares obras que inciden en el paisaje asturiano son: la colaboración en el proceso de edificación de arquitectos e ingenieros; la incorporación de las artes plásticas en las obras y el tercer aspecto es la excepcional condición paisajística de sus emplazamientos.
Siete centrales pueden considerarse en este apartado: Salime, Miranda, Tanes y Proaza, promovidas por Hidroeléctrica del cantábrico, en las que interviene junto al equipo técnico de la compañía el arquitecto Joaquín Vaquero Palacios (1900-1998) y Silvón, Arbón y Arenas de Cabrales, promovidas por Electra del Viesgo y proyectadas en colaboración por el ingeniero de caminos Juan José Elorza y el arquitecto Ignacio Alvarez Castelao (1910-1984).
Se analizan los aspectos señalados que se manifiestan en cada una de las obras con mayor o menor intensidad, dentro de un periodo de construcción que abarca desde 1945 con el Ssalto de Salime hasta 1980 con la construcción dela Central de Tanes.