La reducción de la tasa de natalidad y el incremento de la esperanza de vida provocará, según las distintas proyecciones demográficas disponibles, un progresivo envejecimiento de la población española, que se manifestará en un descenso ininterrumpido de la población en edad de trabajar y en un aumento continuado de la proporción de población de más de 65 años. Este proceso que alcanzará mayor intensidad a partir del 2025, podría llevar a duplicar en el 2050 la tasa de dependencia con respecto a los niveles actuales. En ausencia de medidas de politice económica correctoras, la inflexión demográfica y el envejecimiento de la población determinarán aumentos del gasto público en pensiones; en sanidad y en ayuda social a los mayores que difícilmente se podrán ver compensados por el recorte de otras partidas sociales -como la educación-, o por cambios en el patrón recaudatorio. Estas proyecciones marcan, por tanto, un deterioro de las finanzas públicas en el largo plazo y reclaman el desarrollo de políticas que alteren esta situación.