La diversificación de los tiempos de trabajo ha convertido la vida laboral de los individuos en un pantanoso terreno en donde se entrecruzan múltiples y heterogéneas temporalidades que exigen ser compatibilizadas con cierta coherencia. Algunos estudios sociales sobre el tiempo han omitido con frecuencia el papel de las expectativas en la elaboración de las estrategias individuales a través de las cuales los trabajadores flexibles tratan de hacer compatibles los diversos planos temporales que conforman su experiencia laboral. Esta omisión está enraizada en el hecho de identificar el problema de la articulación temporal con un problema de coordinación de horarios y calendarios y, por extensión, en identificar el tiempo con las duraciones y mediciones de los procesos. En este artículo, por el contrario, se sostiene que la diversificación de los tiempos de trabajo incluye también la diversificación de las expectativas laborales y que, por tanto, aquello que coordinan las estrategias de los individuos no son sólo horarios, calendarios y trayectorias sino también expectativas laborales tanto propias como ajenas. En consecuencia, el tiempo incluido en las estrategias no se refiere sólo a las duraciones y a las mediciones sino también, y sobre todo, a los horizontes de futuro sobre el cual se proyectan las esperanzas, los temores y las previsiones que sirven de orientación a las acciones y decisiones presentes.