En este trabajo el autor trata de cómo se puede gestionar en el espacio público la cuestión religiosa.
Para ello se pregunta y argumenta si el espacio público debe ser un espacio homogéneo, en el plano de las convicciones, o puede dar cabida a expresiones heterogéneas, que emanan de la pluralidad de creencias y puntos de vista existente entre los ciudadanos. El autor aborda la noción de espacio público, introduciendo el concepto de �contaminación�, como forma de expresar el conjunto de intercambios entre argumentos, prácticas e ideas que se generan en su interior, y su reflejo sobre la dimensión más tangible y física del espacio de la ciudad. En este sentido, y en un contexto de poderes públicos democráticamente escogidos y en un marco institucional laico, no deberían de existir ni privilegios ni discriminaciones a la hora de formar parte de ese espacio público.