A partir del caso de Montréal, la autora recorre el conjunto de experiencias de intervención pública en materia de gestión de la diversidad etnoreligiosa, que ha comportado la formulación de nuevos debates respecto al encaje de esta pluralidad en el espacio urbano. Los retos que plantea la incorporación de estas nuevas referencias religiosas en la configuración de la trama urbana, también abre nuevos interrogantes sobre el significado de la cohabitación en barrios cada vez más plurales.