Lo culinario siempre ha despertado curiosidad. Los recetarios antiguos eran libros muy buscados incluso hoy son libros best seller. El desarrollo de las libertades en una sociedad acomodada supusieron un boom en los media para este universo. Algunos periodistas, buenos escritores además, iniciaron la popularización de la gastronomía.
Pronto estos fueron sustituídos por los cocineros, con menor peso cultural (los que lo tenían) pero mÁs acomodaticios a las necesidades comerciales. En poco tiempo, sobre todo a partir de que la TV se convirtiera en soporte dominante, la presencia de profesionales de la información se redujo prácticamente a la nada. Los cocineros se convirtieron en propagandistas, con poco sentido crítico, de su mundo. El rol del �quinto poder� se diluyó hasta cero.
Los cocineros trabajan para su beneficio. Los que les emplean, las marcas que los avalan y los productos que publicitan -aun actualizando su mensaje a las necesidades sociales (productos, biológicos, ecológicos, platos sostenibles�)- buscan su beneficio en la economía de escala dentro de un mundo global donde tengan posición dominante. Eso es lo que hoy se guisa desde los medios: la cocina industrial del mañana, al alcance de la mano.