El aumento de la vigilancia general por parte del Estado, el refuerzo de las medidas de secretismo estatal y la creciente regulación de Internet eran tendencias evidentes antes del 11-S. Desde entonces han surgido otras nuevas, como un reavivado interés en crear y perseguir delitos de incitación tanto al odio religioso como al terrorismo. ¿Dónde están los límites entre la seguridad y las libertades? La lucha contra el terrorismo parece marcar la pauta de la libertad de expresión.