En la actualidad, prácticamente ni una empresa innova sola. Las empresas se asocian con una gran variedad de actores y de múltiples maneras distintas para crear nuevos productos, servicios y tecnologías. Pero, ¿cuál es la mejor manera de apalancar el poder de los actores externas? Para ayudar a los ejecutivos a contestar esa pregunta, los autores crearon un marco centrado en dos preguntas: en virtud de su estrategia, ¿cuán abierta o cerrada debe ser la red de colaboradores de su empresa? Y, ¿quién debe decidir qué problemas abordará la red y qué soluciones adoptará? Según los autores existen cuatro modos básicos de colaboración. Un círculo selecto es una red cerrada y jerárquica: una empresa selecciona a los participantes, define el problema y elige la solución. Por ejemplo, Alessi, una empresa italiana de productos para el hogar invitó a 200 expertos externos en arquitectura posmoderna para que aportaran ideas de nuevos diseños para el hogar. Un mall de la innovación es jerárquico pero abierto: cualquiera puede publicar un problema o proponer soluciones, pero la empresa que publica el problema elige la solución. Un ejemplo del mall es InnoCentive.com, un sitio parecido a eBay donde las empresas publican desafíos científicos. Una comunidad de la innovación es abierta y descentralizada: cualquiera puede proponer un problema, ofrecer soluciones y decidir qué ideas usar, así como lo hace la comunidad del software de código abierto de Linux. Un consorcio es un grupo privado de participantes que funcionan como iguales y en conjunto seleccionan los problemas, deciden cómo llevar a cabo el trabajo, y eligen soluciones. IBM ha establecido varios consorcios con otras empresas para desarrollar la próxima generación de tecnologías de semiconductores. No hay un solo enfoque que sea superior; cada enfoque implica trade-offs estratégicos. Al elegir uno de los modos, las empresas deben sopesar sus ventajas y desafíos, y deben evaluar cuál funcionará mejor con sus estrategias, capacidades, estructura y activos.