A duras penas puede exagerarse el relieve geoeconómico y geoestratégico del Cáucaso. La región, ubicada en la proximidad de lo que convencionalmente se entiende que es el Oriente Próximo, ofrece una atalaya privilegiada para controlar lo que ocurre en una parte del planeta en la que se dan cita Europa, Asia y África. No sólo eso: se halla muy cerca de riquezas ingentes en materias primas energéticas, como las que atesoran el golfo Pérsico y, más aún, la cuenca del mar Caspio. De resultas de las disputas correspondientes, el trazado de conductos de transporte, viejos y nuevos, es una fuente permanente de controversia entre los países de la región. Para rematar, y si así se quiere, en el Cáucaso se manifiestan algunos de los signos de ese choque de civilizaciones que el pensamiento conservador norteamericano interesadamente identifica en la forma, en este caso, de una confrontación entre cristianos y musulmanes