Desde el año 2001 la Unión Europea se encuentra embarcada en un proceso de revisión de los Tratados que parece no tener fin. El proceso se iniciaba con la aprobación a través del método de Convención del Tratado Constitucional, en un intento por garantizar un buen acuerdo por unanimidad. Este ambicioso texto nunca llegaría a entrar en vigor ya que no pudo ser ratificada por todos los Estados miembros, al ser rechazada en dos referendos sucesivos por Francia y los Países Bajos. El Tratado de Lisboa, firmado en 2007, como salida a la crisis ha vuelto a ser rechazado en referéndum, esta vez por el electorado irlandés. Estos hechos muestran la incapacidad de la Unión para adaptar sus estructuras a los desafíos del entorno. La razón reside en unos procedimientos de política constitucional que han quedado obsoletos para una Unión de veintisiete Estados miembros y que proveen de un doble veto a cada Estado miembro para obstaculizar las reformas.
Since 2001 the European Union is stalled in a never ending Treaty revision process. The constitutional process begun with the drafting of the first European Constitution by the European Convention. The Convention was seen as a new institution to overcome the efficiency problems linked to unanimity in Treaty reform. Nevertheless, the Constitution failed ratification due to the French and Dutch referendum results. The Treaty of Lisbon, signed in 2007, tried to overcome the paralysis but also has been rejected by the Irish electorate. The European Union seems incapable of adapting its constitutional structures to the current challenges due to its Treaty revision rules. European constitutional politics nowadays are unsuitable for a Union of 27 Member States. Granting a double veto to each Member State in negotiation and ratification makes very difficult to change the current state of affairs.