Este artículo analiza la aparición, en los últimos tiempos, de una nueva teoría regional caracterizada por unos elementos analíticos innovadores. En esta nueva aproximación se reconoce la importancia de la configuración de redes formales e informales entre organizaciones administrativas, políticas, educativas, de ciencia y empresariales en una atmósfera de confianza que permite minimizar costes de transacción de la economía en su conjunto. El "perfil cultural" de la región y la importancia asignada al marco institucional integrado por rutinas, hábitos, normas y convenciones se consideran elementos centrales no sólo para la comprensión de la dinámica de desarrollo regional sino también para la elaboración de políticas que contribuyan a la mejora de la innovación y la competitividad regional.
Los autores concluyen que, para alcanzar un resultado que mejore la innovación generada por la dinámica relacional entre los diversos agentes que integran el sistema regional, es preciso que las políticas y las infraestructuras que provienen de ese generador de energía mecánica procedente del lado administrativo, puedan incentivar e incluso compensar los déficits que existan en ese otro conjunto generador de procesos culturales e institucionales permanentemente cambiantes.