A pesar de que la futurología nunca ha gozado de mucho prestigio en España, resulta esencial la consideración del desarrollo más probable que la nación mostrará en las próximas dos décadas. El problema contemporáneo más serio que afecta a España es su incapacidad de observarse en perspectiva internacional; sus preocupaciones se sitúan en un plano nacional y regional. Tras someter a revisión extensiva la literatura futurológica del pasado medio siglo, se concluye que España está abocada a sufrir muchos de los problemas que afectan a otras naciones: contaminación, escasez de recursos, inflación, malestar laboral y conflicto social derivado del desfase entre expectativas demasiado altas y oportunidades finitas. Aunque las soluciones tomadas a escala supranacional parecen ser las más adecuadas, la joven democracia española ha de saber enfrentarse a estos problemas, asumiendo al mismo tiempo tres crisis de carácter más específicamente nacional: los conflictos regionales, el terrorismo y la debilidad creciente del sistema universitario. Entre las medidas necesarias que se han de tomar en los próximos veinte años figura el incremento del gasto público y el acometimiento de una reforma real en áreas como la educación, la salud, el trabajo y las condiciones de vivienda y la administración pública