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La productividad de la economía española es menor que la del grueso de los países desarrollados. Uno de los elementos que condiciona la productividad es la forma de organizar el trabajo, y este es, precisamente, uno de los déficit de España, donde existen jornadas laborales excesivas -muy por encima de las de los países europeos- y mal organizadas. Esto provoca que solo uno de cada veinte trabajadores españoles esté conforme con las condiciones organizativas de su puesto de trabajo y que el modelo económico español se asiente en el llamado "presentismo", como mecanismo principal para determinar la remuneración y la promoción dentro de las empresas.
