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El arbitraje, al día de hoy, despunta como uno de los métodos alternativos a la Jurisdicción más importantes, porque a través de sus cauces se da solución de una forma, más o menos rápida, a conflictos intersubjetivos con un pretendido bajo coste económico y con igual efecto jurídico que la Jurisdicción. Dentro de este método de solución de conflictos, cobra especial relevancia el arbitraje de consumo, no sólo porque es el arbitraje más utilizado de todos los arbitrajes especiales que existen (no en vano afecta a un gran sector de la población, los consumidores), sino también porque es el que más alto grado de reconocimiento tiene. La autora, teniendo presente esta realidad, analiza en el presente artículo la reciente modificación de este sistema arbitral operada por el Real Decreto 231/2008, de 15 de Febrero, y cuya entrada en vigor se produjo el pasado 25 de Agosto.
