En este trabajo se analiza el Tratado de Lisboa en el contexto del proceso de integración y de constitucionalización de Europa. Se critica el rechazo de los euroescépticos a la estatalidad de la Unión Europea, manifestado en el proceso de elaboración del Tratado de Lisboa mediante el intento de «desestructurar» y ocultar el Derecho constitucional europeo. Se analiza el modelo de integración europea en sus primeros cincuenta años, basado en una asimetría entre la continuidad de los Estados, esto es, del poder estatal, en cada espacio nacional y en el espacio europeo, frente a la discontinuidad de la ciudadanía, fragmentada y limitada al espacio nacional. Se cuestiona la idea de que la Unión Europea no es «Estado» en el sentido de que, si bien no es «un Estado», está dotada de cualidad estatal derivada del ejercicio de competencias antes desarrolladas por los Estados. Se cuestiona también la idea de que el Derecho constitucional tenga una condición performativa de estatalidad. Por el contrario, lo que el Derecho constitucional aporta a la Unión Europea no es estatalidad sino democracia, no es «más Estado» sino Estado «más democrático». En congruencia con esa idea se constata el agotamiento del modelo de integración propio de los primeros cincuenta años y la necesidad de orientarse hacia una ruptura de la discontinuidad de la ciudadanía, hacia la construcción de un espacio constitucional de decisión en la Unión Europea en el que la ciudadanía no esté fragmentada. Desde esta perspectiva, a pesar de que el Tratado de Lisboa supone un claro retroceso en relación con el Tratado Constitucional, se destaca la incorporación de un contenido sustancialmente constitucional al Derecho europeo que supone. Muy especialmente, se pone el acento en la importancia de la entrada en vigor de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea a efectos de contribuir al desarrollo de una auténtica comunidad política europea.
This article analyses the Lisbon Treaty in the context of EU integration and constitutionalisation. The author criticises the Euro-sceptics� rejection of State-like characteristics in the European Union, manifested in the way the Lisbon Treaty was drawn up in an attempt to «destructure» and disguise European constitutional law. His article analyses the model of European integration over the EU�s first fifty years, based on an assymmetry between the continuity of States, ie, State power, in each national space and in the European space, vis-a-vis the discontinuity of citizenship, fragmented and limited to the national space. The article questions the idea that the European Union is not a «State» in the sense that, although it is not «a State», it is endowed with Statelike characteristics in that it exercises powers that States used to exercise. It also casts doubt on the idea that constituional law has a performative condition of statehood. On the contrary, what constitutional law contributes to the European Union is not statehood but democracy. It is not about it being «more State» but «more democratic State». In line with this idea, it traces the exhaustion of the integration model established in the first fifty years and shows the need to orient a new model towards rupturing the citizenship discontinuity, towards the construction of a constitutional decision-making space in the European Union in which its member citizens are not fragmented. From this perspective, despite the fact that the Lisbon Treaty is a clear step backwards after the Constitutional Treaty, is makes a substantial contribution to the incorporation of constitutional content into European law. Very specifically, it places the accent on the importance of the EU Charter of Fundamental Rights coming into force in order to help to develop a genuine European political community.