Carlo Strenger, Arie Ruttenberg
A medida que aumente la esperanza de vida en Occidente y las empresas ya no puedan prometer una seguridad duradera, muchas personas de negocios se verán obligadas a efectuar importantes cambios durante su mediana edad, e iniciar una segunda vida y una segunda carrera. Para empezar, deben vencer dos mitos contrapuestos y omnipresentes.
El primer mito señala que la mediana edad es el comienzo del ocaso. Por supuesto, hay ciertos problemas que surgen con la mediana edad, preocupaciones sobre la salud y las finanzas, por ejemplo, pero la vitalidad de una persona no se acaba a los 65 años, y tampoco desaparecen las posibilidades. De hecho, al llegar a la mediana edad la mayoría de los ejecutivos goza de una libertad que sólo el conocimiento personal puede brindar, y también de oportunidades sin precedentes para el crecimiento personal.
Las transiciones de la mediana edad, sin embargo, deben estar arraigadas en la realidad, y no deberían estar impulsadas por el segundo mito que señala que la mediana edad es una época de transformaciones mágicas. Al contrario de lo que afirman los libros de autoayuda y los expositores de ideas inspiradoras, estas transformaciones simplemente no existen. Para que la transición sea exitosa, los ejecutivos deben mantenerse abiertos al rango de posibilidades para las que su experiencia los ha preparado, pero al mismo tiempo ser realistas acerca de lo que pueden lograr.
Para las empresas, las transiciones de la mediana edad de sus empleados representan tanto un desafío (altos ejecutivos que parecen estar en camino de convertirse en CEO súbitamente se marchan) como una oportunidad (otros ejecutivos de mediana edad, con diferentes perspectivas y experiencias, podrían llegar a la empresa).
Las organizaciones deben ayudar a los ejecutivos de mediana edad durante este difícil periodo, no sólo ofreciendo uno que otro taller, sino que brindando coaching permanente así como oportunidades para del desarrollo personal y profesional.