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Manuel de Jesús Rocha Pino
China se encuentra en camino de convertirse en una potencia mundial. Sin embargo, sus altas tasas de crecimiento y su inclusión en una economía globalizada pueden empeorar, en lugar de solucionar, sus problemas sociales internos. En muchos sentidos, China todavía es un país del Tercer Mundo con graves problemas, especialmente en lo que se refiere a la disparidad en el ingreso entre su población rural y urbana. El incremento de tal desigualdad hace que el desarrollo nacional sea el principal objetivo del gobierno chino. De forma paralela, la influencia de China aumenta velozmente en el mundo, algo que provoca temores y tensiones en una variedad de actores internacionales. Para contrarrestar la desconfianza por el ascenso chino, el gobierno del presidente Hu Jintao ha formulado un discurso conciliador entre los intereses de China y los del resto del mundo. Este discurso es la denominada doctrina del desarrollo pacífico, de cooperación hacia el exterior. El fin primordial de la doctrina del presidente Hu es conciliar los retos del desarrollo de China con un ambiente armónico en el ámbito internacional. La correspondencia entre la armonía interior y la armonía en el exterior es la condición necesaria para que China pueda cumplir con sus metas de desarrollo. De la misma forma, el desarrollo pacífico de China será una condición imprescindible para el mantenimiento de la paz mundial.
