Bourdieu forjó el concepto de campo, inspirándose en Weber, para analizar la producción cultural. A partir de ahí lo extendió a realidades muy diversas. En esta extensión, el concepto mostró enormes virtualidades metodológicas, pero perdió precisión. Además, Bourdieu conjugó la metodología antifuncionalista weberiana con una versión crítica del funcionalismo clásico. En el artículo se evalúan las potencialidades y límites del concepto. Partiendo de Weber, se exponen sus virtualidades para el análisis de la producción cultural. Conjugando a Norbert Elias con los análisis de Dobry y Mann, se evalúa la utilidad del concepto para analizar, desde una perspectiva no funcionalista, las organizaciones estatales. Analizando las dinámicas de autonomización de los campos precisamos en qué consiste la autonomía. Por último, proponemos una delimitación de la utilización del concepto para ámbitos sociales específicos.